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Liderar desde la autonomía, es liderar con propósito.



Propósito es una palabra que se ha integrado en nuestro discurso cotidiano, pero cuyo verdadero impacto y significado a menudo pasamos por alto. Hablar de propósito implica comprender la responsabilidad de una empresa en la transformación de la sociedad y entender su identidad y razón profunda para existir. ¿Qué sucedería si la empresa desapareciera mañana?



A veces, erróneamente asociamos el propósito solo con empresas que incorporan acciones relacionadas con la responsabilidad ambiental o social en su estrategia de negocio. Sin embargo, todas las compañías tienen un propósito más allá de generar utilidades. Como mencionó Brad Bird, director de "Los Increíbles" y "Ratatouille": "Personalmente, quiero que mis películas ganen dinero, pero el dinero es solo el combustible del cohete. Lo que quiero realmente es llegar a alguna parte. No solo acumular combustible". La clave radica en descubrir el "¿Para qué existimos?".


Aunque conceptos como el Golden Circle de Simon Sinek han destacado la importancia del propósito, desde Caramelo Escaso observamos que a veces se vuelve forzado, perdiendo relevancia y generando preguntas como: ¿Para qué sirve un propósito? ¿Cómo se integra en la rutina diaria de la organización?


Primero, debemos validar que nuestro propósito va más allá de cumplir metas de presupuestos anuales. Aunque se logren objetivos financieros, si los empleados no se sienten satisfechos, experimentarán una desconexión. Las visiones "vacías" pero logradoras no satisfacen la necesidad de impactar más allá del resultado financiero. Aquí es donde la autonomía entra en juego.


La autonomía, en el contexto del propósito, implica tomar decisiones alineadas con la visión del negocio. No se trata de actuar porque el líder lo dijo, sino porque beneficia al negocio y está alineado con el propósito. Invitar al propósito a las reuniones evita decisiones basadas en ego y poder, promoviendo una causa superior.


La autonomía no significa hacer lo que queremos sin restricciones. En el ámbito empresarial, se trata de encontrar la medida justa entre control y libertad, un autocontrol que eleva la responsabilidad y comprensión del negocio. Cuando la responsabilidad se comparte entre todos los miembros de la empresa, no solo entre unos pocos líderes, se crea un ecosistema autogestionado.


El propósito proporciona sentido al trabajo. Al preguntarnos "¿Qué es lo que verdaderamente vale la pena lograr?" identificamos lo que nos motiva y, al comprenderlo, impulsamos la compañía. En Caramelo Escaso, reconocemos la importancia de acompañar a cada miembro del equipo en la búsqueda de su propósito personal, conectándolo con el propósito global y fomentando un ecosistema donde la identidad y diversidad promueven la autonomía.


Los líderes juegan un papel crucial como guías con visión, acompañando el proceso y permitiendo que cada miembro destaque desde sus fortalezas. Al comprender la naturaleza de todos en el equipo, los líderes promueven un ambiente donde cada individuo entiende su papel y contribuye al propósito común.


En resumen, liderar desde la autonomía con propósito no solo impulsa el éxito empresarial, sino que también crea un entorno donde cada persona se siente conectada, motivada y responsable. Es tiempo de dejar atrás las visiones vacías y abrazar un liderazgo que transforma la empresa y la sociedad.

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